En primera instancia, resulta necesario aclarar que la felicidad es un estado permanente, distinto de la alegría o el “estar contento” que hace referencia a una emoción o sentimiento, por lo que es puntual y específico. Este “estado” nos habla de cierta permanencia en el tiempo, independientemente de situaciones o momentos complejos, tristes, angustiantes o estresantes que todos vivenciamos en algún momento de nuestras vidas.
Las investigaciones científicas actuales muestran que el grado de felicidad se vincula con lo genético y también con lo ambiental, por lo tanto, cada uno de nosotros tiene “un rango de nivel de felicidad” que en algún sentido viene programado genéticamente.
Esto se vincula con la predisposición natural hacia un pensamiento positivo u optimista, el pensamiento negativo hasta incluso el catastrófico.
De todos modos, e independientemente de ello, siempre podemos emprender acciones, generar cambios o incorporar nuevos hábitos que nos hagan sentir más felices.
Sin ningún lugar a dudas, el ser felices es una decisión diaria, una postura y filosofía de vida que requiere de voluntad y consciencia plena.
En este sentido, investigaciones recientes consideran que el 40% de lo que consideramos felicidad se encuentra directamente relacionado con nuestras decisiones diarias.
¿Qué factores inciden directamente en el estado de felicidad?
Destacamos:
El relacionamiento interpersonal, con especial énfasis en aquellos vínculos cercanos y estrechos.
Tolerancia a la frustración
Los vínculos familiares, con la pareja, con amigos y la interacción social positiva generan una estimulación cerebral en él zona de la amígdala, responsable de nuestras emociones.
Es muy importante reforzar este tipo relacione ya existente así como aumentar tu círculo social con gente que comparta tus mismos gustos, preferencias y afinidades.
En este sentido, cabe señalar que debemos focalizarnos en las relaciones positivas, alejándonos de aquellas personas tóxicas, pesimistas e hipercríticas, ya que no son incentivan la sensación de bienestar y felicidad.
El segundo punto hace referencia a manejar la frustración adecuadamente, sin quedarnos bloqueados o estancados ante el primer “NO” como respuesta.
A este respecto, debemos destacar la necesidad de jerarquizar aquellas situaciones o problemáticas a resolver importantes de las triviales, y manejar el grado de preocupación mental que generan.
La frase “dejar fluir” se aplica perfectamente a este concepto; la idea es que cuanto más dejamos pasar pequeñas contradicciones más felices seremos.
Estadísticamente, los adultos mayores presentan una marcada habilidad para no preocuparse por detalles y dedicarse a aquellas actividades que lo hacen felices.
Por supuesto, que la etapa de la vida por la que transitan, sin horarios, grandes responsabilidades, problemas laborales y una valoración distinta del tiempo, favorecen un estado de mayo felicidad.
Se estima que a partir de los 55 años la curva de felicidad asciende llegando a su punto máximo luego del retiro laboral, siempre y cuando la salud mental y física lo permita. Claro está que la invitación es a empezar antes con este proceso, logrando ser felices en etapas más tempranas.
Por otro lado, la felicidad se vincula con algo interno, con el “ser” y no con el “tener”, a pesar de que la sociedad nos muestra todo el tiempo que las posesiones materiales y el poderío económico generan felicidad.
Se trata de algo espiritual, personal e íntimo, que puedes buscar y desarrollar por ejemplo a través de la meditación y el estilo de vida consciente, lo cual lo hace mucho más probable de alcanzar.
Si nos referimos al nivel orgánico-biológico, debemos mencionar a la serotonina, conocida como “la hormona de la felicidad”, ya es un estabilizador natural del estado de ánimo, el optimismo y la felicidad.
Algunas formas naturales de estimular los niveles de serotonina en nuestro organismo son:
Realizar ejercicio físico en forma regular.
Meditar como hábito.
Exponerse a la luz solar 15 minutos al día.
Espero que estas recomendaciones puedan resultarte útiles para sentirte cada vez más pleno y feliz.
Con cariño,
Sabina
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