En términos psicológicos, la impulsividad es un rasgo de personalidad, que si bien se encuentra presente en algunos trastornos psiquiátricos, también se destaca en personas que no los padecen, siendo una característica bastante común dentro de la población mundial.
Resulta fundamental identificarla para poder generar cambios y aprender de este modo a autoregularla, ya que conlleva consecuencias tanto personales como para el entorno.
A propósito de reconocer si somos personas impulsivas, a continuación detallo algunas características distintivas de las personas que actúan sin pensar.
Actúan espontáneamente
No piensan en las consecuencias de sus actos
Reaccionan en forma inmediata; responden sin pensar
Les resulta difícil pensar estratégicamente
Impacientes; les cuesta esperar su turno
Su superponen a la conversación de otros
Son inconstantes
Se arrepienten luego de sus actos y verbalizaciones
Actúan de forma inadecuada, fundamentalmente a nivel social
Intolerantes al aburrimiento
Baja tolerancia a la frustacion
Problemas de memoria olvidos e impuntualidad
Son desorganizados, les cuesta planificar
Habitualmente están en busca de experiencias arriesgadas y adrenalínicas
Son creativos
Dicen lo primero que les viene a la mente sin filtrar la información, sin evaluar el contexto, su conveniencia o no y posibles consecuencias de sus dichos.
Impulsividad como rasgo de personalidad o como un estado de personalidad
Las personas que reaccionan con impulsividad a diario son aquellas que la tienen como rasgo de personalidad, es decir como un patrón estable de conducta y acción.
Sin embargo, aquellos que tienen la impulsividad como un estado de personalidad, reaccionan de este modo en ocasiones puntuales y específicas.
Este último caso puede relacionarse con efectos de perturbaciones biológicas o del ambiente; tal es el caso del consumo de alguna droga, alcohol o sustancia que genere este nivel de reactividad inmediata.
Si bien el hecho de ser una persona impulsiva como rasgo de personalidad no es considerado una patología en sí misma, algunos trastornos se caracterizan por su alto grado de actos impulsivos.
A continuación detallamos algunas de estas patologías:
TDAH (Trastorno por Deficit Atencional con Hiperactividad)
Trastorno Bipolar
TLP (Trastorno Límite de la Personalidad)
TAP (Trastorno Antisocial de la Personalidad)
Trastorno por dependencia de sustancias (adicciones)
Trastornos de ansiedad (Fobias específicas, trastorno de ansiedad generalizada, ataques de pánico)
Origen
La impulsividad puede tener un origen genético, es decir proveniente de la herencia de padres o abuelos o por modelado, es decir aprendizaje de modelos parentales o referentes de crianza con esta característica.
Ocasionalmente, confluyen ambos aspectos, dando lugar a un origen genético-ambiental, lo cual genera que sea más reticente a la hora del trabajarlo en consulta, aunque nunca imposible de modificar.
Algunas sugerencias y recomendaciones practicas que ayudan a regular la impulsividad:
1. Semáforo: Imagina las 3 luces del semáforo: rojo, amarilla y verde
Nuestro semáforo: ROJO (PARAR)
AMARILLO (PENSAR)
VERDE (ACTUAR)
El impulsivo, se saltea la luz amarilla y pasa directo al acto.
Aquí te proponemos ante cualquier situación, conversación o dilema a resolver; utilizar estos 3 pasos, siendo el más importante el momento de PENSAR, REFLEXIONAR, EVALUAR que me resulta más conveniente y cuáles son las consecuencias tanto positivas como negativas de mis acciones o verbalizaciones. Este momento de “pienso” conlleva unos segundos.
2. Respiración Profunda o Diafragmática:
Ante la situación límite o a resolver, realizar unas 6 respiraciones profundas lo que nos permite volver a nuestro eje y equilibrio, para luego evaluar y pensar en el tema en cuestión.
3. Escribir ventajas y desventajas a modo de lista.
Esta herramienta es sumamente útil cuando tenemos que tomar una decisión o resolver un problema cuya respuesta puede esperar. Este ejercicio realizado habitualmente va generando un estilo analítico-reflexivo.
Si bien la indicación es detectar la impulsividad en la infancia y adolescencia y comenzar a trabajar desde las primeras etapas, siempre estamos a tiempo de realizar una consulta e iniciar un entrenamiento con un profesional de la salud que brinde las herramientas adecuadas para cada caso, llevando a cabo el seguimiento correspondiente.
Con cariño,
Sabina
Comments